Nuevamente Isabel Pantoja se queda sin el ansiado tercer grado penitenciario. El juez se lo ha denegado, en esta ocasión, por falta de arrepentimiento, algo que sería fundamental para obtener el tercer grado, al parecer, la condenada nunca ha reconocido su culpabilidad y se siente como una víctima.
El juzgado de Vigilancia Penitenciaria 2 de Andalucía ha desestimado el recurso que Isabel Pantoja. En el informe destaca que fue condenada a dos años de cárcel por corrupción política, y al tratarse de una persona de ‘relevancia pública indudable’, formando parte de uno de los mayores escándalos surgidos en la ciudad de Marbella, la interna tiene que seguir en régimen de segundo grado.
Por ello, el juez recuerda que tras el escándalo ciudadano que supuso, “a nadie se le escapa la profunda desmoralización cívica que causaría el que la pena principal recaída sobre cualquiera de sus responsables y cooperadores quedara en una mera declaración platónica sin efecto práctico alguno”, indica el auto judicial.
Si las condenas impuestas a políticos, banqueros, personas poderosas, especialmente relevantes o de relevancia pública quedaran en una práctica impunidad material, sería toda una decepción para la ciudadanía, que vería cómo las penas interpuestas a otros sujetos anónimos, no son interpuestas con el mismo rigor.
De nada le ha servido al juez que el abogado de la tonadillera admitiera que necesita trabajar para pagar la multa, “Cualquier persona con una vida profesional, que comete un delito no puede ignorar que la misma va a verse perjudicada por un eventual ingreso en prisión y cualquier otro penado experimenta interrupción como consecuencia inevitable del cumplimiento de la condena”, ha sido la respuesta.
Por lo tanto, todo hace indicar, que Isabel Pantoja cumplirá los dos años de prisión a los que fue condenada y el magistrado califica de “corta duración”, porque responde fundamentalmente a fines retributivos y de concienciación.
El artículo A Isabel Pantoja, nuevamente le rechazan el tercer grado penitenciario ha sido originalmente publicado en Mascorazon.
